Cuando hablamos de violencia contra la mujer, el lenguaje que utilizamos tiene un impacto profundo en cómo se percibe la situación y cómo se siente la víctima. Las palabras no solo describen realidades, sino que también pueden construir o destruir, empoderar o revictimizar. Por eso, es crucial reflexionar sobre cómo hablamos de la violencia contra las mujeres, ya que un discurso que culpabiliza a las víctimas o minimiza el abuso puede perpetuar el ciclo de violencia y contribuir al estigma social.
El lenguaje tiene el poder de normalizar comportamientos violentos y de justificar la violencia, o bien, de visibilizar el problema y apoyar la recuperación de las víctimas. A través de las palabras, podemos transmitir empatía, respeto y comprensión, o podemos reforzar estereotipos dañinos que culpabilizan a las mujeres y perpetúan la cultura de la violencia.
La Importancia de un Lenguaje No Estigmatizante
Cuando se habla de violencia contra la mujer, es esencial utilizar un lenguaje inclusivo, respetuoso y no estigmatizante. Hablar de las víctimas de manera empática y comprensiva ayuda a que se sientan apoyadas y escuchadas, lo cual es fundamental para su proceso de recuperación.
El lenguaje revictimizante ocurre cuando, involuntariamente o de manera consciente, se culpan a las víctimas o se les hace responsable de la violencia sufrida. Esto puede suceder a través de frases como:
- «¿Qué hizo ella para provocar al agresor?»
- «¿Por qué no denunció antes?»
- «Si ella no se hubiera metido con él, esto no habría pasado.»
Este tipo de comentarios no solo son injustos y equivocados, sino que también reafirman el control que el agresor tiene sobre la víctima. Además, perpetúan la idea de que las mujeres son responsables de su propia violencia, en lugar de reconocer que la culpa recae exclusivamente en el agresor.
Ejemplos de Lenguaje Revictimizante y su Impacto
- «Ella se lo buscó.» Este tipo de frase es uno de los ejemplos más comunes de revictimización. Implica que la mujer, de alguna manera, provocó su agresión o que su comportamiento justificó la violencia. Este tipo de comentarios deshumaniza a la víctima, ignorando el hecho de que la violencia es siempre una decisión del agresor.
- «Estaba borracha, no se acuerda de lo que pasó.» Aquí, el énfasis está en la condición de la víctima (el estado de embriaguez) en lugar de en el comportamiento del agresor. Esto minimiza la gravedad del abuso y, en muchos casos, se usa para excusar al agresor. Sin embargo, el estado de la víctima nunca justifica la violencia.
- «¿Por qué no se fue antes?» Preguntar por qué una víctima no huyó de una relación violenta es una forma de ignorar el contexto de control psicológico y manipulación al que se enfrenta una persona en una situación de violencia doméstica. Las víctimas de violencia de género a menudo sienten miedo, vergüenza y desesperanza, lo que dificulta la salida de la situación.
Cómo Promover un Discurso Empoderador y Respetuoso
El lenguaje tiene el poder de empoderar a las víctimas de violencia y, al mismo tiempo, de desafiar las actitudes socialesque perpetúan la violencia. Aquí te damos algunas pautas para hablar de violencia contra las mujeres de manera que promueva la empatía, el respeto y el cuestionamiento de la cultura patriarcal:
1. Enfócate en el agresor, no en la víctima
En lugar de preguntarse qué hizo la víctima, el enfoque debe ser por qué el agresor recurrió a la violencia. El agresor es el único responsable de sus acciones, y el lenguaje debe dejar claro que la violencia nunca es justificable, independientemente del comportamiento de la víctima.
- Ejemplo de lenguaje respetuoso: “El agresor decidió ejercer violencia contra ella, y eso es inaceptable en cualquier circunstancia.”
2. Usa un lenguaje que reconozca la autonomía de las víctimas
En lugar de hablar en términos de «víctima» pasiva, utiliza un lenguaje que reconozca la fuerza y resiliencia de las mujeres, incluso cuando están atravesando situaciones difíciles.
- Ejemplo de lenguaje empoderador: “Ella está buscando ayuda y apoyo para salir de esta situación. Es valiente por tomar ese paso.»
3. Evita los mitos sobre la violencia
La violencia contra la mujer no sigue un patrón predecible, y las víctimas no deben ser juzgadas ni cuestionadas por su comportamiento. Es importante desmentir los mitos que giran en torno a la violencia y no reforzarlos a través del lenguaje.
- Ejemplo de lenguaje respetuoso: “La violencia de contra la mujer no tiene justificación. Ninguna mujer merece ser maltratada, independientemente de las circunstancias.”
4. Reconoce el impacto del abuso sin culpar a la víctima
El lenguaje debe reflejar el impacto negativo de la violencia en la vida de la víctima, sin culpabilizarla por las consecuencias. Las mujeres que sufren violencia deben ser vistas como personas que merecen apoyo y respeto, no como personas que “permitieron” que ocurriera.
- Ejemplo de lenguaje respetuoso: “Ella está atravesando un proceso difícil debido al abuso que sufrió. Ahora necesita apoyo para sanar y reconstruir su vida.”
5. Cuestiona las normas sociales que perpetúan la violencia
Utilizar el lenguaje para cuestionar la cultura patriarcal y los estereotipos de género que normalizan la violencia es esencial. Hablar de los problemas de fondo que generan la violencia puede ayudar a cambiar actitudes y comportamientos sociales.
- Ejemplo de lenguaje reflexivo: “Debemos cuestionar las normas sociales que dicen que los hombres tienen derecho a controlar a las mujeres. La igualdad y el respeto deben ser valores fundamentales para todos.”
Conclusión: El Lenguaje es una Herramienta de Cambio
El lenguaje tiene el poder de transformar la realidad. Utilizar un lenguaje respetuoso y empoderador al hablar de la violencia contra las mujeres no solo protege a las víctimas de revictimización, sino que también desafía las actitudes sociales que perpetúan la violencia. Al cuestionar y cambiar cómo hablamos, podemos contribuir a crear una sociedad más justa, equitativa y libre de violencia de contra la mujer.
Cuando hables de violencia contra las mujeres, recuerda que cada palabra cuenta. Usa tu voz para empoderar, no para culpar. La lucha contra la violencia hacia la mujer comienza con el cambio de nuestras actitudes y, sobre todo, con el lenguaje que utilizamos en nuestra vida diaria.